A pesar del surgimiento de nuevas industrias, las fuentes de trabajo eran
insuficientes para toda la población. Muchos salvadoreños y salvadoreñas
emigraron hacia Honduras ante la carencia de empleo o de tierras para
el cultivo.
Honduras enfrentaba problemas económicos y sociales, entre ellos, falta
de inversión pública, una creciente deuda externa y movimientos obreros
y campesinos que buscaban la aplicación de la reforma agraria decretada
en 1962. Además, Honduras se encontraba en desventaja dentro
del Mercado Común Centroamericano, en relación con Guatemala y El
Salvador.
A finales de 1968, Honduras tomó la decisión de aplicar una reforma
agraria. Los salvadoreños y salvadoreñas tuvieron que regresar a su país
ante el acoso de las autoridades y de la población civil. El descontento por
los incidentes que se dieron en el partido de fútbol disputado por ambas
selecciones nacionales se utilizó como pretexto para demostrar el disgusto
entre los dos países. El 14 de julio de 1969 se inició la guerra de las 100
horas, conocida popularmente como “la guerra del fútbol”. Esto destruyó
parte de la infraestructura hondureña debido a que el ejército salvadoreño
logró avanzar hasta Tegucigalpa. Para El Salvador implicó el gasto del 5%
de su presupuesto anual. Las pérdidas humanas ascendieron aproximadamente
a 4,000, entre ambos países. Esta guerra duró solo seis días, pero
dañó las economías y relaciones diplomáticas entre ambos países.
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