En los años ochenta, Centroamérica se vio envuelta en la crisis más
profunda de la historia, combinada con la situación económica, que fue
objeto de discusión de los gobernantes.
La fragilidad de los procesos democráticos en algunos de los países, y
los enfrentamientos armados en Guatemala, El Salvador y Nicaragua
hicieron que sus consecuencias abarcaran a la región en su conjunto. El
deterioro de la situación social y el desarrollo de las economías, así como
el retroceso significativo del proceso de integración, produjeron graves
tensiones entre los Estados, produciendo movimientos migratorios
masivos entre dichos países y hacia el interior de la región.
La “década perdida”, como la llamaron algunos para toda la región
latinoamericana, se originó por los grandes rezagos históricos
acumulados y sobre las raíces políticas, sociales y económicas de la
situación centroamericana. La confrontación entre las grandes potencias
terminó por involucrar a Centroamérica.
En América Latina el panorama cambió en las últimas dos décadas,
ha tenido un crecimiento ininterrumpido. La globalización y la
democratización han tenido mucho que ver con este desarrollo. Las
economías están creciendo en general, hay importación y exportación
de los productos agrícolas latinoamericanos. La región posee un
enorme potencial de sus recursos naturales y humanos, los cuales deben
aprovecharse al máximo para lograr un mayor crecimiento sostenido.
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