Existen varios Gobiernos que se autodenominan “democráticos”.
Sin embargo, no todos ellos lo son. Una verdadera democracia debe
cumplir con ciertos principios inexcusables:
• El principio de la mayoría: plantea que todos los ciudadanos y todas
las ciudadanas son iguales ante la ley y, por tanto, sus votos también
lo son. La mayoría de la población debe elegir a los gobernantes.
• La defensa de los derechos de las minorías: es el respeto de los grupos
con identidades sociales y culturales únicas, que no predominan en la
política por medio de sus votos. Si no existe el contrapeso al principio
de la mayoría, los grupos minoritarios pueden ver limitado su acceso
al poder, así como el respeto de sus condiciones, creencias, valores,
oportunidades de desarrollo económico y más. Como ejemplos de
dichos grupos están las personas con capacidades diferentes y los
indígenas.
• El ejercicio de la soberanía popular: plantea que la voluntad popular
es la autoridad máxima que otorga la legitimidad del gobierno, y
ninguna otra voluntad puede sobrepasarla.
• El sufragio universal: todas las personas ciudadanas mayores de 18
años tienen derecho a votar, sin importar su sexo, raza, religión o
afiliación de cualquier tipo.
• El principio de la transparencia: exige que las deliberaciones de las
instituciones sean abiertas y estén sujetas al conocimiento público.
En la democracia, la transparencia en la función pública es un
derecho de la sociedad para evaluar el desempeño de las servidoras
y los servidores públicos.
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