El presidente de Costa Rica, Figueres Ferrer, incorporó a la Constitución
costarricense en 1949 la abolición de las fuerzas armadas. Según el Artículo
12 de la Constitución de ese año: El Ejército como institución permanente
queda abolido. Para la vigilancia y la preservación del orden público,
existirán las fuerzas policiales necesarias. Esto permitió usar el presupuesto
destinado para la milicia en el desarrollo del aparato educativo y de salud
que actualmente poseen con el lugar 47 en el escalón de desarrollo
humano.
La abolición del ejército no solo implicó la eliminación de la institucionalidad
militar en el país sino que permitió que se redireccionaran esos
recursos al quehacer científico.
Uno de los aspectos más relevantes de esta decisión fue que Costa Rica
demostró que podían defender su soberanía sin la necesidad del Ejército,
el cual absorbía gran parte del presupuesto nacional.
Costa Rica posee actualmente un índice de analfabetismo de menos del
cinco por ciento y es el país de la región con mejores índices de desarrollo,
según informes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD).
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